El coaching es un concepto muy amplio. Por tanto es necesario acotar ciertos limites. No es lo mismo por ejemplo analizar con un colaborador las causas por las cuales algún objetivo no se cumple, que entender por que un grupo es poco productivo. Según las carencias que nos encontremos, definiremos el objetivo del coaching, y al hacerlo, deberemos de dar importancia tanto aquellos aspectos que tienen que ver con las habilidades, formas de organizarse, etc., como a los que tienen que ver con aspectos personales que dificultan la adecuada consecución de los objetivos.
Considerando el contenido, podemos hablar de dos tipos de coaching:
♦ Coaching de proyecto: Todos los directivos tienen un propio proyecto funcional dentro de la empresa. Cada uno de ellos se centra en aportar valor a la organización desde una función o proceso determinado. Este proyecto se presenta referente a las posibilidades de desarrollo de sus miembros, así como a su crecimiento de profesional, acumulación de poder, etc. Aunque no siempre estas realidades estén perfectamente sincronizadas.
El coaching de proyecto tendrá que concentrarse en todos aquellos aspectos que hacen referencia a las dificultades que pueda tener la persona en realizar con éxito su proyecto profesional y conseguir así los mejores resultados posibles. Tiene que ver sobre todo con lo cognitivo, lo organizativo, los sistemas y los procedimientos, y no tanto con las dificultades de tipo personal.
♦ Coaching personal: en esencia se trata de analizar de que forma la personalidad del líder, incide negativa o positivamente en el comportamiento de los colaboradores o del equipo, y en consecuencia en la consecución de los resultados.
Dentro de es tipo juegan un papel muy importante el líder, su equipo y la tarea, ya que conforma todo un sistema de funcionamiento. Tiene como objetivo trabajar e higienizar estas relaciones a efecto de conseguir, por una parte el máximo rendimiento y eficacia en los resultados y por otra la máxima gratificación profesional posible.